Nunca me sentí tan sola como cuando el lado izquierdo
de mi cerebro me abandonó. Todas las razones, estrategias
y ángulos agudos se desmoronaron y sólo quedaron las palabras.
Mi lado derecho atravesó la pena
y se dirigió hacia el caleidoscopio de mi lóbulo frontal.
Craso error. Todos los diques cedieron y mi pluma se desató.
Las musas se instalaron sobre mis pestañas y se acabaron
las peleas entre lo que es y lo que parece.
La guerra entre mis ideas y mis sueños no era necesaria,
ya no había fronteras de prejuicios
que bloquearan el paso a mi delegación de fantasías.
Los colores de mis letras bajaron por el resbalillo de las líneas
de mi cuaderno y comprendí que las sinrazones de mi lado izquierdo
no habían sido más que un lastre.
Definitivamente mi lado derecho y yo estábamos mejor sin él.
María Antonietta Lotrecchiano Fernández
Educadora social en el ámbito de la Tercera Edad
FERROL (A Coruña)
Esta vez no hay canción. A cambio, compartimos con vosotros una maravillosa charla de una neuróloga que nos describe su experiencia al sufrir un derrame cerebral y perder el funcionamiento del hemisferio cerebral izquierdo. Le viene perfecto para esta hermosa vivencia. Son 20 minutos, pero merece la pena.
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