viernes, 30 de marzo de 2012

POR PRIMERA VEZ

Casi puedo oler, aunque confundo los sentidos.

Ella respira despacio… Tanto, que sus pulsaciones casi duermen.
Son tan lentas, tan pausadas, que se diría
que no quieren despertar.

Calma y quietud. El tiempo se ha dormido. Todo sigue ocurriendo,
pero más ingrávidamente.

Alrededor, no obstante, hay otro ritmo, más dinámico,
con más estridencia, con agitada intranquilidad, nerviosismo inusual.

De repente, todo el torrente sanguíneo se inunda, al igual que el río mayor alimenta a todos sus afluentes, con una descarga de vida orquestando cada función vital.

El corazón toma de nuevo conciencia de su existencia,
sus contracciones tímidamente se hacen más fuertes,
llegando a su frecuencia máxima.

Todo se acelera descontroladamente, veo la luz, hace frío.
Por primera vez puedo oler a María. El reconfortante olor
de mi madre.

Mar Aguilar Almagro
MADRID

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