Era un mago. Llenaba
el lienzo de formas y colores con cada toque de pincel.
Yo tenía cinco años y
le acompañaba en sus salidas al campo, fascinada. La gente del valle hablaba de
las cosechas y de los tiempos atmosféricos que regían sus días. Él pintaba todo
eso. Se llamó José Coll Bardolet y vino al valle para captar los ciclos de vida
natural: el despertar de las hojas de la alameda en primavera, sus sombras de
verano y el oro del otoño prendido en una muerte aparente. Pintó las amapolas
de los trigales y a la mies vencida que dejaban atrás las segadoras ataviadas
con vestidos ligeros y sombreros de paja. Todo lo recogía en un vuelo de
pinceles que se posaban por un momento sobre la tela para transformarse en algo
bello capaz de fijar para siempre los breves milagros del paso de las
estaciones. Tenía el mundo en un pincel.
Antonia Ordinas Marí
Consell (Mallorca)
Brava como lo describe, cinco años y percibir,la poesía con que pinto
ResponderEliminarColl Bardolet sus oleos, es evidente que la poesía estaba dentro de
Antonia Ordinas.