Aire turbio de ventilador en cualquiera de sus revoluciones. Paredes que escuchan, ventanas que hablan desde fachadas cansadas, cortinas que en secreto bailan mensajes sigilosos .Todo quema. Árboles quietos de tarde de julio en la que nada se mueve. Y uno, pegado a su balcón, es calor y es verano. Una palmera mira desde arriba con sus hojas caídas, señoras que tienden ropa seca. Calma chica de fin de mes que envuelve. Sopor de siesta entre tabiques desconchados de edificio de segunda, y mientras tanto…
Se espera el invierno. Se espera un viaje. Se espera una paga. Se espera no se sabe qué. Se espera lo que ya no se espera. Y en esa espera, dejando vagar la mente, pasa esa estación en que todas las cosas quedan detenidas.
Juana Espín Cánovas
VALENCIA
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