martes, 29 de enero de 2013

EN ASCUAS

Las llamas reviven incluso cuando tus ojos ya no pueden ver
el fuego. Lo he visto en el pueblo. Primero, la intención de ir
a alguna parte. Después un viaje. Entrar en casa. Sentir el frío.
Se ponen tronquitos en la chimenea y se enciende.
Al principio va poco a poco. Después el calor te obliga
a apartarte. Con las horas, el fuego no sube tan alto.
Si sigues mirando verás como sólo quedan unas ascuas de color
rojo. Tienes que acercarte cada vez más para sentir el calor,
pero te aseguro que, si acercas la mano, puedes quemarte
como al principio. En ese momento tus ojos sólo verán cenizas.
Y ahí, y solo ahí, el fuego ya no depende de sí mismo,
sino de alguien que coja otro tronco y lo ponga al calor.
Esperando, las llamas vuelven a subir tan alto
como la primera vez.
Ahora tú decides. ¿Dejamos que lo nuestro se consuma?

Alberto Tejero Moro
MADRID

1 comentario:

  1. Muy buena la comparación, sirve de faro para los enamorados que se están alejando del calor del amor. Lo felicito.

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