y prefiero una ventana abierta a un cajón cerrado,
escribo para permanecer en el tiempo.
Si es que hay algo que perdura.
Hoy que no puedo leer novelas y busco en los poemas espejos
que me salven por un tiempo breve,
unas horas, una tarde,
un paseo, un café.
Que sean incómodos, como partituras abiertas
y se presenten sin manuales, con urgencia.
Hoy que querría contarte tanto de tan poca importancia,
hacer el amor, cocinarte algo, irnos a un bar
debo dejar de pensarte.
De buscarte hasta desaparecer.
Y recetarme tiempo, abstinencia y soledad.
Con el único consuelo de que tal vez algún día
al ver el mar rompas a llorar.
Elena Montes Viza
BARCELONA
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