EN LA HOGUERA
Cierra los ojos, la
oscuridad a veces reconforta.
La mugre se hace
costra y fortifica la piel de cuerpos derrotados.
Envuelve la tristeza
entre cartones, entre paños de lino perfumados
con el aroma de la
podredumbre. Envuelve cada una de tus penas
y lánzalas al fuego.
Mientras nos quede
lumbre con que quemar recuerdos,
queda también
consuelo.
Mientras nos quede
aire que llevarnos al pecho.
Mientras nos queden
ganas de inspirar.
Cierra los ojos.
Cierra los ojos y
mójate los labios.
A ver si reconoces el
sabor de la saliva.
A ver si eres capaz
de pronunciar palabras dulces
en entornos amargos.
Nuria
Hernández González
SAN
SEBASTIÁN DE LOS REYES (Madrid)
(VII
Antología pág. 177)
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