AUSCULTANDO AL
SILENCIO
Al levantarme de la cama esta mañana sin dormir en toda
la
noche, estaba tan alterada que mi hermana me ha llevado
al
médico. Estoy totalmente sana. Vaya capricho. Cuando he
llegado de nuevo a casa me he sentado en mi mesa camilla
de
la cocina y me he servido un café mientras miraba a lo
lejos.
De repente, he sentido una necesidad, fruto seguro de la
locura que me espera, de abrir la ventana, mirar hacia el
banco donde se solían sentar mi marido y mi hijo y gritar
"¡Os
quiero!". Me he callado. Los muertos no escuchan. En
ese
instante recordé cuatro versos de Lorca:
"Las cosas que se van no vuelven nunca,
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos,
es inútil quejarse."
Aníbal
Martín
CÁCERES
(IV Antología pág. 13)
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