PEKÍN, QUINCE DE MARZO
Te mando estas palabras
porque aquí no las puedo usar.
Me las traje en la
maleta, como un silencioso recuerdo tuyo.
Te mando esta carta
empapada de mis días mudos,
de mis contaminados
paseos,
de esas ganas de algo,
pero no sé de qué.
Me arrastro por esta
ciudad con mi ignorancia,
con mi soberbia,
con mi dignidad,
serpenteando por esta
vasta cultura
cuya lengua no hablo.
Arrastro mi desconcierto,
mi alegría y mi frustración
cada noche a mi cama,
donde nunca estarás tú,
y aún dormida, lucho
contra las ganas de arrojar mis alas a los coches
que saturan los caóticos
anillos de esta ciudad.
Me hiciste el regalo más
hermoso que a un alma solitaria
se le puede dar. “No te
vayas”, a media voz en la oscuridad.
Lo reconozco. Me pregunto
qué hago aquí.
Yo, que tan segura me
sentía a tu lado.
Yo, que encontré mi hogar
cuando te vi.
Mª
Caridad Ibáñez Becerra
SANLÚCAR
DE BARRAMEDA (Cádiz)
(V Antología pág. 15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario