EXPROPIACIÓN
El gobierno había exigido acomodar a más de treinta
familias
en mi hotel. Sabía por otros hosteleros, que en caso de
negarme,
sería víctima de severas sanciones y de la temida
expropiación.
Al principio, me compadecí de ellos, porque habían
perdido
sus viviendas por las lluvias. Traté de acomodarlos lo
mejor que pude,
haciendo malabares con el dinero que me quedaba.
Los turistas, con los que hacía unos días compartía piñas
coladas
a la orilla del mar, ahora empujaban sus maletas,
despavoridos,
y encolerizados me recriminaban entre otras cosas,
la existencia de pañales cargados de mierda en los
pasillos.
En vano esperé que las autoridades se hicieran cargo
de los damnificados, mientras veía como día tras día,
arrancaban lavabos, azulejos y lámparas, dejando
convertidos
en una ruina, mis ahorros y sueños de toda una vida.
Rafael
Navarro Cabezas
Nacido
en VENEZUELA de madre gaditana
(VII
Antología pág. 303)
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