LA CAJA
Tenía ocho años y también una caja roja, grande y
brillante donde guardaba los vientos. Todos los vientos: esos ligeros y cálidos
del verano, los huracanados que arrastran con todo a su paso, los gélidos y
azules de enero, los frescos y olorosos que nos serenan, los ciclones
brutales… En fin, lo que decía, todos los vientos. El problema era que a mi
madre no le gustaba nada mi caja y decía que los vientos no se podían meter en
una caja, que no inventara historias raras, que ya era mayorcita para andarme
con fantasías de niña. Y un día se enfadó tanto conmigo, que me quitó la caja y
para demostrarme que no había vientos dentro, la abrió de un golpe. Yo me tapé
la cara con las manos y encogí mi cuerpo. Nuestra casa voló por los aires
mientras nosotras nos agarrábamos al árbol del jardín.
María
Casado Alonso
MADRID
(VI Antología pág. 13)
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