miércoles, 21 de enero de 2015

ANTOLOGÍA 2014: DESPUÉS DEL DESPUÉS

DESPUÉS DEL DESPUÉS

Se levantaron barricadas en las mentes, alambres de espino en el
alma, y España pasó a ser la mitad de lo que era. Se cambiaron
los abrazos por las balas. Las caricias por pisadas de tanques que
dejaron huella. Se subastaron las entrañas, se compró el ruido y
el miedo. Traficaron con el hambre, con exilios y con las ganas de
soñar. Malvendieron la cultura, la fusilaron al alba. Y las campanas
de las iglesias repicaban cada hora a duelo.

Desde las trincheras se disparó desprecio. Y ángeles plateados
sobrevolaron las nubes lanzando cartas de despedida. La sangre tiñó
los adoquines, y los anhelos quedaron desterrados al olvido. Después
hubo silencio. Sábados sin música. Buzones sin correspondencia. Y
la desgarradora incógnita de no saber si volverían aquellos a quienes
habían amado.

Y después del después humo y ceniza. Entre pinares, resina y
cartillas de racionamiento. Entre miradas faltas de un “lo siento”,
entre espinas sin rosas y postales amarillentas. Los campos de
Castilla de Machado dejaron de dar siembra. La luna perdió su
brillo y la miseria se extendió como una niebla que lo cubre todo. A
partir de ese momento se afrontaron las tormentas sin creencias ni
paraguas.

La libertad de expresión menguó, se alquiló un general durante
treinta y nueve años. Y España se mantuvo a la sombra, de un ciprés,
como la novela de Delibes. Tras él, tiempos de cambio, la Transición.
Se empezó a luchar por algo más digno. Entre golpes de Estado
fallidos y poemas de renuncia caídos en desgracia.

Y llegó el euro. Y todos aquellos que sobrevivieron a la “civil” fueron
desvaneciéndose uno tras otro. Dejando como herencia un país con
grilletes, esclavo de su pasado. Una España que sigue viviendo en un
naufragio y quemando sus raíces. Habitando un presente cargado de
cicatrices.

Daniel Somolinos
Licenciado en Comunicación Audiovisual
(VIII Antología pág. 63)

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