ENREDADERAS
Hay un lugar real e imaginario, propio y diferente, tan
maravillosamente inexplicable y difuso, que se puede
contemplar en
prosa o en verso, en forma pensada o imaginada, y que por
mucho
que lo razonen, nunca llegarán a ningún acuerdo o
conclusión.
Unos dicen que España es una, otros que es diecisiete, y
yo afirmo
que son dos, y que está llena de:
Calles llenas de sordos gritando junto a ciegos llorando,
y mudos mirando como todo cambia cada día, pero nada
cambia
jamás.
Rivales enfrentados dando la vuelta a un reloj de arena,
siluetas entrecortadas en una competición que todos
quieren ganar,
marionetas que giran y hacen muecas según otros ordenan,
náufragos peleando unos con los otros hasta que hunden la
barca.
Sentimientos tan dispares como las olas rompiendo contra
la costa,
como cristales multicolores ensartados en las vidrieras
de una
catedral gótica, como las luces que se encienden en el
horizonte al amanecer,
como cada vez que me miras y no sé si me dirás que sí o
que no.
Cataratas de tambores y de trompetas que vienen y van de
romería,
ilusiones amalgamadas en el devenir de un recuerdo
casual,
escenas que afloran a tu mente, que las amas y las odias,
y que invariablemente año tras año, las añoras nada más
pasar.
A nadie le gusta que le tiren a la cara las verdades del
barquero:
que muchos intentan restar, y pocos quieren sumar,
que todo depende del color del cristal con el que se
mira,
que lo fácil es conformarse con las penas, con lo bueno y
malo del
azar, y no vale con seguir echándole siempre la culpa a
los demás,
que todos somos expertos en retorcer la viga en el ojo
ajeno.
Si de verdad quieres saber lo que son las dos Españas,
mírate bien en un espejo, compara con el corazón lo que
eres con
lo que se refleja, verás qué diferente te encuentras, y
entonces lo
sabrás.
Rafael Jesús Navas
Millán
Economista
PORCUNA (Jaén)
(VIII Antología pág. 207)
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