QUE TAMBIÉN TRATA DE
ESPAÑA
Patria es, desde un aspecto físico o político, un
territorio donde
habita una comunidad con intereses comunes. Supone
aceptar su
pasado, reconocer el presente y trabajar de manera
conjunta para
obtener un futuro aceptable. Pero lo imprescindible es el
factor
espiritual. De una patria se está orgulloso, y ese
orgullo se vincula
en el agradecimiento a cuantos, antes que nosotros, han
puesto
su empeño en hacer de la solidaridad un gozne, especie de
visagra
hecha con sangre, sueños, ilusiones y lágrimas, aciertos
y fallos
múltiples. Somos los herederos de un ámbito al que hemos
de dar
una coherencia, una razón de ser.
Es necesario amar a quienes han puesto su voluntad en
hacer de
la patria un lugar habitable, y a los que, con su
talento, nos han
señalado, desbrozándolas, las rutas transitables que
hemos de
atravesar. Son ellos una lección admirable, y también un
muro para
protegernos contra las injerencias de quienes, sin
comprendernos,
intentan que perdamos esa arquitectura que hemos
levantado entre
todos a través de los siglos.
Una patria vive para ser abrazada, para que le aportemos
un impulso
honesto que le dé la respiración y el oxígeno necesarios
para seguir
en el mundo y con el mundo, dando lo mejor que le han
aportado
sus hijos: quienes tendrán en el futuro el deber de
mantenerla
intacta.
Nuestra latina condición y el conjunto de etnias y
costumbres han
hecho de las Españas un país difícil, encontrado y
tumultuoso. Aun
así, a lo largo de nuestra historia, han sido muchas las
pruebas de
fraternidad de que hemos hecho gala y que se dan por
ejemplares;
con nosotros mismos y con otros que nos necesitaron.
Creo que amar la patria, en este caso nuestra vieja y
torturada
España, es, a la postre, un ejercicio de generosidad.
Jorge González
Aranguren
Conferenciante
Nacido en SAN
SEBASTIÁN (Guipúzcoa) en 1938
(VIII Antología pág. 239)
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