DE ALLÍ VENGO YO
Las lenguas perdidas han sido descubiertas desde hace
siglos para dar matices culturales a las palabras. Desde el sur de América,
lugar al que llegaron alguna vez tres carabelas plagadas de otros saberes y
otros mundos, de allí venimos hoy algunos inmigrantes a la «madre patria»,
formándose un crisol cultural que se amplía cada vez más. El mismo idioma
contiene múltiples maneras que lo hacen tan único como especial.
El idioma castellano posee en su naturaleza propia
matices infinitos. Cada territorio que ha sido conquistado por esta bella lengua
le ha puesto tonada a su acento, proporcionando viveza y peculiaridad al
sentido del lenguaje. Así, una mezcla de vivas voces rodea las Américas. El
mismo español castizo tiene diferentes gamas que lo convierten en un suceso
iridiscente y particular.
Emigrar supone el azar de encontrarse con otros mundos,
que aunque hablen el mismo lenguaje, han convertido las palabras en decires
singulares, arraigados a cada submundo cultural. Emigrar supone también el
tener que asimilar otras palabras para adaptarse y poder comunicarse de manera
precisa en ese nuevo lugar donde se habita.
A veces, cuando pronuncio palabras en estas tierras tan
apartadas de mi terruño, me preguntan de dónde vengo que hablo tan bonito, con
esa charla alegre, viva y entonada; entonces les digo que de las Américas, ese
lugar donde el sol brilla con más fuerza, allí donde la gente se siente o vive
más animada y feliz.
Seudónimo: Marita
Arin
(IX Antología)
No hay comentarios:
Publicar un comentario