LUMBRE Y LUZ
(A Teresa de Jesús
en su V Centenario)
La vi alejarse de
Ávila, descalza,
vestida con el
hábito marrón
y sus tres lunares
aluzándole el rostro.
Vadeó los páramos,
los yermos, las montañas, los senderos estériles…
Entre sus manos,
unas hojas repletas de poemas,
el libro de su vida
y otros sueños,
un puñado de
cartas, un licor deleitoso,
elaborado en la
bodega del más inefable misticismo,
y un vivo sin vivir
en mí que la embriagaba de amor.
La vi también
pararse, detenerse para plantar un árbol,
una bondad, un
vocablo eterno,
e incluso fundar
diecisiete «palomarcicos».
Después cruzó los
lirios de la tarde
y, junto a su medio
fraile de luna, le fueron preguntando
a los sotos con
presura en dónde se escondía el Amado
para romper la tela
del encuentro
y quedarse en Él
dejando sus cuidados
olvidados entre las
azucenas.
Más tarde, ya mayor,
que no vetusta,
pero brillantes sus
ojos de mujer adelantada a los tiempos,
ella, andariega
incansable, giró hacia la encrucijada del ahora,
se fijó en mí, tomó
el sendero hacia mi yo
y traspasó la
puerta de mi ánima
abrasándome por
dentro hasta los huesos.
Desde entonces,
Teresa de Jesús es lumbre y luz
en la mala noche de
mi mala posada.
Mª Jesús Molina
Licenciada en
Periodismo y Filología Hispánica
Doctorada en
Comunicación Política, DEA en Teoría General de la Información
Funcionaria
Reside en BRUSELAS
(IX Antología)
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