lunes, 24 de octubre de 2016

ANTOLOGÍA 2014: INMIGRANTE




INMIGRANTE

Los niños no sentíamos carencia alguna…
Nunca pedíamos mucho y siempre compartíamos todo. No entendíamos de guerras ni de migraciones. Tampoco nos reconocíamos como hijos de anteriores inmigrantes. Solo recibíamos con los brazos abiertos y los ojos asombrados, la novedad de los recién llegados. Y supongo que ellos deben haber confortado sus penas en nuestra curiosidad infantil y nuestras risas.

Recuerdo que reíamos mucho cuando los que habían cruzado el mar, confundían el orden de las estaciones… insistían en agostos calurosos y yo me preguntaba cómo, siendo gente adulta, podían confundirse tanto.
Los niños sabíamos realmente poco de climas y absolutamente nada de hemisferios… Recuerdo a doña María sentada en el murallón de la costanera, envuelta en el mismo chal con que bajara del barco que la había traído de España, con sus ojos claros humedeciéndose en el horizonte del Río de la Plata y sus labios serenos describiendo lejanas primaveras… de abril.

Los niños no conocíamos la palabra exilio. Jamás imaginamos las añoranzas de los abuelos. Tampoco imaginamos que su valor, su trabajo y su esperanza en el porvenir iban a ahogarse en célebres desaciertos políticos y atropellos que un día nos traerían a nosotros, sus nietos, a mojar los pies en su Mediterráneo, mirando a las aguas de frente y preguntándole al mar si nos encuentra parecidos a aquellos jóvenes cuya sangre traemos de regreso.

Dicen que soy la viva imagen del abuelo Manuel. ¿Realmente me le parezco?
Todos los cuentos de mi infancia navegaron tus aguas, en la voz de mis abuelos. Hoy estoy frente a ti, con los pies en la arena, coronados de tu espuma.
España está a mis espaldas. ¿Me abrirá sus brazos?

Guardo silencio y tu espuma vuelve a mis pies.
… Sabes que tengo miedo de darme la vuelta.

Mónica Difulvio
Nacida en BUENOS AIRES (Argentina) en 1958
(VIII Antología)

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