CERVANTES, SIEMPRE
«Es una realidad que ningún libro ha hecho reír tanto
como el Quijote».
(Andrés Trapiello)
I
Inclino mi cabeza,
don Miguel,
ante este
itinerario de la risa
que avanza
justiciero entre la brisa
de las áridas
sendas de Montiel.
De un insólito
hidalgo y su corcel
nace la solidez de
una premisa;
¿qué intenta un
caballero, de esa guisa,
decir en la
blancura de un papel?
¿Acaso, de su
anciano creador,
narrarnos la
espinosa biografía;
tal vez de unos
amores la utopía
y de una dama el
inmortal candor;
o quizá la metáfora
de un sueño
donde vence al más
grande el más pequeño?
II
En las primeras
páginas ya aflora,
paralelo al cartón
de la celada,
el rictus de una
abierta carcajada:
alivio para cuando
el alma llora.
No es un tiempo de
mieles, tras la aurora
amarga de una
España arruinada,
de una corona tan
vapuleada,
de un pueblo tan
del hambre asoladora.
¡Es preciso
construir un baluarte
que asedie al
alacrán de la amargura
y aniquile al dolor
de parte a parte!
¡Es preciso
abrazarse a la esperanza,
partir hacia
Montiel de la lectura
con la ilusión
ingenua de una lanza!
III
En las alas de un
libro aventurero
peregrina de un
alma la belleza;
dicen que allí se
esconde la tristeza
que un escritor
guardaba en su tintero.
Una patria. El
Parnaso. Un prisionero.
Un ábaco de amor en
la cabeza.
El Quijote. Una lengua
que ya empieza
a difundirse por el
mundo entero.
El humor. La moral
donde reposa
toda la poesía de
una prosa.
Un ideal. Un Sancho
confidente.
Un sentir que en un
libro se describe.
La grandeza de un
nombre que pervive
«faciendo Españas»
incesantemente.
Isabel del Rey Reguillo
Maestra de Primaria
y Secundaria
LA SOLANA (Ciudad
Real)
(X Antología)
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