miércoles, 30 de noviembre de 2016

ANTOLOGÍA 2016: LA MANO SANA




LA MANO SANA

El morisco Cide Hamete Benengeli al poner por escrito en su idioma las andanzas de un tal don Quijote de la Mancha, lejos estaba de imaginar que, en otra lengua distinta a la suya, alcanzaría fama universal. Ni al propio Alonso Quijano, émulo de Amadises y Roldanes, en una España dual, bucólica o caballeresca, conceptista o culterana, le alcanzó un atisbo de su propia inmortalidad. Ni Sancho Panza, asombrado de verse en los papeles, sentíase paradigma de popular sapiencia y natural criterio, ni menos sospechaba que habría  de traspasar el tiempo y el espacio como lo hizo. Ni Aldonza Lorenzo soñó por un instante que, a mayor gloria de Dulcinea, su nombre sería recordado por los siglos de los siglos. Ni la Mancha misma, proyecto de una España universal y anónima, concebir pudo alcanzar tal proyección y renombre por un «no querer acordarse». No percibieron los personajes que viven en las páginas de El ingenioso hidalgo su arquetípico destino, el poliédrico sino que los multiplica y recrea en cada mente que ora y piensa en un idioma universal y vario. No lo presintieron, no, cuando surgió la inspiración y el talento una vez más en nuestra patria. A principios del siglo XVII, en una España dominadora y miserable, conquistadora y reconcentrada en sí misma, Miguel de Cervantes, cumplido y pobre, genio y hombre, toma la pluma con la mano sana y comienzan a gestarse las andanzas de don Quijote. Desde entonces, sobran las palabras.

Jesús Andrés Pico Rebollo
Nacido en SARDÓN DE DUERO (Valladolid) en 1956, reside en Sabadell (Barcelona)
Estudios de Maestría Industrial y primer curso de Geografía e Historia
(X Antología)

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