A UN SEMBRADOR
Hoy, 13 de enero de 2016 cumplo setenta y cinco años.
Entre quienes han formado esta persona que soy, quiero rescatar la memoria de
Raúl José Moglia, profesor de primer año del Secundario, quien alimentó con la
riqueza y la belleza de nuestro idioma el alma y la mente de sus alumnos,
agregando emoción y colorido a las poesías y a las novelas que integraban el
programa de Castellano.
En su hora de clase
no se oía volar una mosca; con su voz estentórea, leía y estimulaba nuestra imaginación
con sus preguntas y sus acotaciones al margen.
En Trafalgar, de
Benito Pérez Galdós, conocimos el horror de la guerra naval vivida por un niño
grumete. Con él respirábamos humo y pólvora y oíamos los gritos y el chocar de
los aceros en la terrible lucha cuerpo a cuerpo que sucedía al abordaje.
En Zalacaín el aventurero,
de Pío Baroja, supimos a nuestros trece años, que en España había una región
donde se hablaba euskera, un idioma muy distinto del castellano.
Recuerdo que en El capitán Veneno,
de Pedro de Alarcón, un personaje femenino afirmaba: «Soy tan condesa como la
de Montijo y tan generala como la de Espartero». El profesor, explicando su
significado, nos familiarizaba con la historia de España y de Francia de la
mano de la literatura.
Hace poco tiempo,
el azar reunió en Buenos Aires a tres amigos de setenta y tres años, antiguos
alumnos de Raúl José Moglia. Uno, biólogo investigador en Francia; otro, agricultor
en Israel, y el último, quien escribe estas líneas, chofer jubilado y aprendiz
de escritor. Frente a nuestro antiguo Colegio Nacional, recitamos emocionados
«La sombra», del mexicano Francisco José de Icaza, que terminaba así «… una
sombra prolongada, va precediendo mi paso…».
Nuestro querido
profesor Moglia la había explicado en 1954. Ahora entendimos.
Alberto Ernesto
Feldman
Chofer jubilado
BUENOS AIRES
(Argentina)
(X Antología)
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