UN CAMINO SECO ABIERTO EN EL MAR
Tal vez Cervantes
quiso que fuera así.
Y yo lo soñé una de
esas noches borrascosas.
Soñé que don
Quijote leía una Biblia junto al mar.
Y de pronto las
aguas del mar se dividieron
y dejaron un camino
seco en el centro
igual a la historia
sagrada que sucedió en el mar Rojo.
Pero esta vez no
cruzaron israelitas
huyendo de los
egipcios.
Esta vez don
Quijote se apresuró a cruzar
porque vio que en
la otra orilla lejana
hombres y mujeres
lo esperaban.
Don Quijote fue
aclamado por las multitudes
cuando llegó al
otro extremo.
La literatura
convertida en Dulcinea
fue la mujer que le
dio el beso de bienvenida.
Y entonces el amor
hizo el milagro:
el camino seco
abierto en el mar
se quedó así para
siempre.
Y todos festejaron
ese grandioso acontecimiento.
Y desde ese día los
poetas y los escritores
iban y venían por
ese camino seco abierto en el mar.
Se reconocían, se
saludaban, se abrazaban.
Y también los
poetas y los escritores muertos iban y venían.
Y de pronto don
Quijote y doña Dulcinea exclamaron:
«Facer Españas. Facer
Hispanoaméricas».
Cuando vieron que
de un lado venían Machado, Lorca y Unamuno
y Martí, Vallejo y
Darío del otro lado.
El encuentro de
tales personajes hizo otro milagro:
por todos los
lugares del mundo
los hombres y las
mujeres vieron
un camino seco
abierto en el mar.
¡Aquí y allá,
a los poetas y
escritores
siempre les estaba
esperando
un camino seco abierto
en el mar!
Desperté feliz por eso.
Yo había escrito un
poema la noche anterior.
Y el poema apenas me vio
abrir los ojos
empezó a despedirse de
mí.
«Me voy», me dijo,
afuera me espera un
camino seco abierto en el mar.
Y era verdad. Abrí la
puerta.
Y afuera estaba el
camino seco abierto en el mar.
No podía creerlo. En la
acera de mi casa en el Perú
había un camino seco
abierto en el mar.
Emocionado
me puse a escribir este
poema.
Róger Lázaro Ynca
Nacido en TRUJILLO
(Perú) en 1966
Abogado
(X Antología)
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