SANCHO ANTE EL CONGRESO
-Albricias, Sancho,
porque varias antologizadas plumas por una editorial de prestigio nos citan
valedores para «facer España».
-¡Así sea!
-Pues al trote por
la villa a ver si topamos con los que defenestrar quieren tan fermosa patria.
-¡Vamos! -contestó
Sancho, espoleando a Rucio.
-Mira, ¡la Carrera
de San Jerónimo!
-Suéname el nombre,
pero… ¿y aquel castillo que allí se parece, con unos leones por guarda?
-Ah, mi escudero,
¡es el Congreso de los Diputados! Ahí reside tu soberanía y la mía y en su
tribuna han disertado las más ilustres voces del parlamentarismo español tales
como Romanones, Cánovas, Sagasta…, cada cual en defensa de sus ideas, ¡claro!
¡Qué elocuencia en la lengua cervantina, amigo Sancho! ¡Qué decoro en sus
atuendos y elegancia en sus modales!
Sancho, quitándose el sucio campesino, se rascó la cabeza
y balbució: «No se enfade mi amo si digo una sandez de las mías pero… yo creía
que dentro había un mercadeo como el del Toboso en feria. Si, el día que
yantábamos en la tasca de mi Blas, mientras vuesa merced, con mente ida, miré
al artilugio que de la pared pende y vi como la gente gritaba, se insultaba e
incluso… un besuqueo más propio de un lugar a solas ¿verdad?; me dirá que
empiné el odre de Valdepeñas, que mi sed calma, con avaricia, pero aquel facer
no ata con los ilustrados hombres que mi señor refiere. Y no digamos del mal
parecer…».
Don Alonso, calado el baciyelmo, exclamó: «¡Ah, fiel
amigo! Que bebiste según tu hábito, es verdad. Pero este tu fervor por Baco no
te hizo alucinar sobre el espectáculo. Te negué un puesto en esta ínsula, pero
ahora sí que te daría un escaño en el gallinero. Para berrear ya vales».
Un agente se acercó disolviéndoles. Eran dos pero había
que prevenir el «rodeo al Congreso», como ya pasó… con los que dentro, ahora,
estrenaban «señoría».
Antonio Cristóbal
López Becerra
Maestro industrial
Graduado social
(X Antología)
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