CONQUISTADORA
Juntar astillas y
maderas jóvenes.
Reconstruir la
mítica carabela.
Llamarla Dulcinea.
Y con obstinada
ansiedad de conquistador o de cruzado,
rasgar la húmeda
piel del mar por el Atlántico.
Llenar mi cabeza de
mapas,
de mensajes y de
licores dulces, colmadas
mis botellas…
Y marcar pergaminos
con dorados palacios, templos, bibliotecas,
silencios de reposo
en viejos monasterios.
Sendas de
peregrinos,
rutas de quijotes,
poetas y molinos.
Prometer que haré
lugar en mi valija a despojos
que mi lucha me
entregue por trofeos,
junto a la Biblia,
el Martín Fierro y el Quijote…
Soñar con rumor
pobre del Tormes,
y algún mendrugo mi
limosna espera
un poco de pan y un
buen vaso de vino.
Galopar la grupa de
Babieca
o Rocinante… o el
jumento de Sancho…
¡Bien me haría en
descanso!
Y compartir
alforjas con los fieles de Santiago.
Y desahuciar al
rojo desamparo
del cante jondo
andaluz, lorquiano.
Quiero manipular
telares de palabras
y timonear mi nave
rumbo al este…
Como eternauta
buscar el Medioevo,
desafiar al
presente con la nave del tiempo,
guiada por relojes
de arena y sol
y mi rosa de los
vientos.
Que Isabel me
reciba.
Que se extasíe de
mis nuevos perfumes,
de mi piel de coco
y chocolate,
de mis jugosos
frutos, de mis selvas,
mis lenguas y
canciones de Amazonia y pampa;
y dé su apoyo a mi
empresa.
Abrazaré la lluvia,
el sol y las riberas nuevas,
cuando pise la
playa aletargada.
Y plantaré una cruz
y una leyenda
en español
universal que rece:
«Que no es una
locura atravesar el mar,
amarrar en viejos
puertos
a “desfacer luengos
entuertos”
y reanudar los
lazos extraviados
con el timón y
ancla del habla,
y habiendo hecho
Américas… volver,
para: “facer Españas”…».
Ana M.ª González
Profesora de
Castellano, Literatura y Latín
CONCEPCIÓN DEL
URUGUAY, ENTRE RÍOS (Argentina)
(X Antología)
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