viernes, 17 de noviembre de 2017

ANTOLOGÍA 2017: MOLINOS DE TIEMPO




MOLINOS DE TIEMPO

Desde temprana edad me surgió la inquietud de recorrer otros caminos, de buscar distintos horizontes, empaparme de otras aguas, gentes, historias, otros mundos, otras voces que pudieran expandir mi espíritu. Un anhelo era cruzar el charco, recorrer la otra orilla y observar mi mar Caribe difuminarse con sus alegres matices desde la lejanía. Una distancia era mi brecha, esa nueva perspectiva que podría abrir mi apreciación de mundo y darle vuelo a mis sueños insensatos. Bastantes años después, tras mucho trasegar, finalmente pude estar del otro lado de la mar, así logré recorrer los vastos parajes descritos por aquel caballero andante que había marcado mis lecturas de infancia y encontrarme frente a frente con los soñados molinos quijotescos, aunque para mi asombro, ya no eran de madera como desde siempre los había imaginado, ya se habían transformado en vastos gigantes blancos de metal. Estando ahí y al mirarlos desde abajo, desde ese lugar soñado y al que había casi renunciado por cansancio, desgaste o quizá levedad, me sentí una especie de Quijote. Allí, tan minúscula ante esos molinos vislumbré a ese manco de Lepanto, quien, a pesar de su visible falta, fue un emisario brillante que tal vez nunca sospechó el alcance de su obra, ese legado costumbrista que ha hecho del español un idioma universal. El Quijote, un luchador incansable dejó su legado de insensatez, esa que ha permitido crear otros mundos y enaltecer el castellano. Así, los soñadores emprendemos viajes absurdos, buscando ver realizada la utopía. Hacer Españas implicó el sueño de algún visionario que se aventuró a cruzar del otro lado, sin saber a ciencia cierta qué le esperaba y, de la nada, de simples quimeras, surgió un mundo donde se han descubierto nuevas voces que nos convocan ante la palabra como catalizador entre culturas.

Mónica Arango Rincón
ARGENTINA
(XI Antología)

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