viernes, 22 de diciembre de 2017

ANTOLOGÍA 2017: EDUCAR. ANUNCIAR. TRANSFORMAR




EDUCAR. ANUNCIAR. TRANSFORMAR

Corría el año 1597. En el Trastévere romano, el Tíber, desbordado, creó la mayor catástrofe del siglo con más de dos mil muertos. Las familias perdieron lo poco que tenían. Las madres hacían lo imposible para cuidar a su numerosa prole, desharrapada y maloliente creciendo entre los desagües del barrio, metidos en peleas, haciendo pequeños hurtos, sin asistir a ninguna escuela y sin ningún futuro.

Los niños ven acercarse a varias personas, que están ayudando a la gente del barrio. Entre ellas va un sacerdote que los invita a ir con ellos. Se resisten y también las madres, pero finalmente acceden.

Se trataba de incorporarlos a la recién creada escuela popular pública gratuita, especialmente dedicada a los más necesitados. Los profesores, pobres y sin recursos, pusieron todo de su parte para que funcionara. Una idea novedosa y una pedagogía atractiva, que no contó con el beneplácito de las clases elevadas, que concebían la enseñanza solo para ellos.

El sacerdote era un español, el aragonés José de Calasanz, fundador de las Escuelas Pías. Un hombre, inmortalizado por Goya en su última comunión, constante e infatigable hasta el extremo, que supo «facer Españas» en tierra hostil con un proyecto que hoy abarca al mundo entero.
El 27 de noviembre de 2016 dio comienzo el Año Jubilar para conmemorar dos eventos singulares: los cuatrocientos años de la erección de las Escuelas Pías, y los doscientos cincuenta de la canonización de san José de Calasanz. El lema elegido, que da título a este texto, sirve por igual para el pasado, el presente y el futuro.

Lamentablemente hoy, al menos en Andalucía, se ha eliminado del calendario escolar el Día del Maestro instaurado en su honor, al ser proclamado patrono de las escuelas públicas y de los maestros, y que servía para recordarlo.

Covadonga Grijalba Castaños
ALMERÍA
(XI Antología)

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