«… Bastantes años
después, tras mucho trasegar, finalmente pude estar del otro lado de la mar…
encontrarme frente a frente con los soñados molinos quijotescos… Así, los
soñadores emprendemos viajes absurdos, buscando ver realizada la utopía. Hacer
Españas implicó el sueño de algún visionario… y, de la nada, de simples
quimeras, surgió… la palabra como catalizador entre culturas» (Pág. 27, Mónica Arango Rincón).
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