«… Lo siente en la
piel, como el lector la brisa culta del atardecer, mientras sueña la vida en
esas páginas o la encuentra, quién sabe… Es la lengua que silba en los
cristales, y se pone a bailar, a reinventar, a “facer Españas nuevas” otra vez»
(Pág. 31, Gonzalo Abadie Vicens).
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