lunes, 9 de abril de 2018

ANTOLOGÍA 2017: EL HILO CONDUCTOR EN MADRID




EL HILO CONDUCTOR EN MADRID

Llego a Barajas a media tarde. Miro el mapa y sigo las combinaciones del metro; acierto, y con el corazón galopando, salgo a la superficie en la estación Gran Vía. Vengo aquí para conocer la ciudad que mis padres no pudieron ver, pero amaron a través de la zarzuela.

Se casaron muy jóvenes, apenas con veinte años, y compartieron conmigo, entre tantas cosas, el amor por la música, en particular, la española en todos sus géneros. No se perdían una función del Teatro Avenida, hogar y templo del arte lírico español en Buenos Aires.
Así, cantando y contando, me transmitieron sus sentimientos, y ahora, caminando hacia la Puerta del Sol, pienso en mis padres y en mi niñez musical.

Las imágenes de ellos se funden con la canción de «Las espigadoras» de La rosa del azafrán, la «Mazurca de las sombrillas» de Luisa Fernanda, la jota de La Dolores, y el fandango de Doña Francisquita; cierro los ojos y veo y escucho a mamá cocinando, mientras tararea La leyenda del beso, que tanto le gustaba.

Con mi deseo y mi alegría, me parece ver familias madrileñas sonrientes que se han puesto sus mejores galas y hay un espíritu festivo también en la multitud de turistas que por la calle de la Montera están a punto de desembocar en la Puerta del Sol en este domingo de primavera.

Con ellos navego en medio de una cálida corriente humana, mientras la «Danza del molinero» de El sombrero de tres picos me viene a la memoria con sus rotundos y viriles golpes de las cuerdas, después de las notas iniciales de la trompa y los oboes.

Al ingresar a la Puerta del Sol, veo un elegante grupo de chulapas y chulapos veteranos, vestidos de época, bailando el inolvidable chotis dedicado a Madrid por el mexicano Agustín Lara, cantado por Plácido Domingo.

¡Qué cosa, qué lágrima fácil tenemos los viejos!

Alberto Ernesto Feldman
Chofer jubilado
BUENOS AIRES (Argentina)
(XI Antología)


No hay comentarios:

Publicar un comentario