QUERENCIA DE UNA LENGUA
¿Qué fue lo que cambió mi vida de pueblo chico?, ¿una
frase?, ¿una canción?, ¿una comida del extranjero?, ¿un baile?, ¿unos ojos
coquetos?, ¿un cuento?, ¿un poema? ¿Qué fue lo que me hizo querer preguntar
mucho y escuchar respuestas aunque no las entendiera? La clave es conocer a
fondo otros idiomas, culturas y países. Un intercambio de jóvenes me llevó a
Colombia para mi primer contacto con lo hispano. La aventura de lo diferente,
lo foráneo: fue lo opuesto a la experiencia de mi niñez. Hablar con señas fue
la regla de los primeros días, pero rápido me enseñaron las interrogativas:
«¿Cómo se dice esto? ¿Qué significa aquello?». Y poco a poco se fue
fortaleciendo mi léxico en español. Mi torpeza de norteamericano monolingüe
empezó a aflojarse a pesar de los muchos errores. Pero desde el comienzo me
enseñaron que si me corregían es que me habían entendido. Hubo comunicación.
Sentí un calor muy hispano emerger de las familias, de las amistades y hasta de
los niños jugando al fútbol en las calles. Las selvas andinas y la majestuosa
capital me inspiraron a conocer más de los hispanos y sus costumbres. Luego en
la universidad me especialicé en Estudios Hispánicos y viajé a España donde
tuvimos un profesor madrileño. Participamos en actividades sociales y
culturales con estudiantes españoles. Experimenté festivales regionales y
religiosos. Visité museos, palacios, catedrales y otras maravillas
arquitectónicas del país. Viví un ambiente de crecimiento intelectual y armonía
familiar. De esta manera le perdí el miedo a lo diferente. Aprendí a no juzgar
y pasé a un estado de constante evolución. Estudiar idiomas y vivir en otras
culturas permite el crecimiento total del individuo para funcionar en un mundo
diverso y complejo.
Bradley Warren Davis
Traductor y ensayista
SAINT PETERSBURG, FLORIDA (EE.UU.)
(XI Antología)
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