RETORNO A SEFARAD
Sus nietos decidieron que Leví estaba loco cuando anunció solemnemente:
—Me vuelvo a España.
—¿Volverte? ¡Si nunca has salido de Jerusalén!
Pero él subrayó el término: «volver». Desde la muerte de
la abuela, no era el mismo, sobre todo desde que volvía a verse con Isaac, su
amigo de toda la vida. No sabían quién a quién, pero ambos se habían contagiado
de la magna locura del regreso. Si algún culpable hubo, fue Leví al mostrar a
su sugestionable amigo una llave de hierro roída por la herrumbre.
—Esta, Isaac amigo, abre mi casa de Toledo. Acompáñame y
te haré señor de su huerta umbría y generosa.
Isaac, viudo como él, se dejó engatusar por aquel
porvenir de amistad y tierra nueva. Desde entonces consagraron sus coloquios a
preparar el viaje. Los hijos, que los oían cuchichear en el romance ladino que
ellos apenas chapurreaban, solo entendían de su bisbiseo dos palabras que
sostenían, como pilares, su plática ensoñadora: «facer Españas». Ante ellos,
Leví apeló a un argumento casi convincente: que España concedía la nacionalidad
a los descendientes de los judíos expulsados en 1492.
—¿Quinientos veintitrés años después? ¡Vamos, abuelo!
Nada valieron objeciones, ruegos y lamentos contra su
firme determinación. Tomaron el avión y llegaron a Toledo en AVE. Isaac, con
una fe ciega en su amigo, lo seguía con docilidad, aunque en el fondo le
carcomía una duda: «¿Iba a estar esperándolos en Toledo su anciana casa?».
Bajaron desde Zocodover a la calle Bulas y Leví se detuvo ante un vetusto
caserón frontero a la sinagoga. Sacó la llave secular y la introdujo en la
cerradura. Contra todo pronóstico, la puerta abrió. Leví guiñó un ojo a su
amigo:
—La compré por Internet y mandé hacer la cerradura a medida.
Y los dos judíos retornaron al hogar, donde Leví nombró a
su fiel amigo señor de los cipreses de su huerto.
Daniel Cotta
Nacido en MÁLAGA en 1974, reside en
Córdoba
Profesor de Lengua y Literatura
Española en un instituto de Secundaria
(XI Antología)
No hay comentarios:
Publicar un comentario