lunes, 13 de agosto de 2018

ASÍ ESCRIBEN NUESTROS AUTORES







«Bien raro es que en una aldea lejana de un país en guerra sus habitantes erijan una única estatua como altar de su admiración patriótica a un personaje que ni nació allí, ni en ese país, ni en ese continente… Se trataba del padre Benigno Arizmendi, natural de Lanciego, Álava, sacerdote jesuita, párroco de Paribarí durante cincuenta y dos años… Nunca empuñó ni aprobó las armas, desanimó a los armados, concilió los bandos…» (pág. 118, Enrique Olaya Escobar). 

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