AFICIÓN
Le gustaba escribir historias de
fantasmas, en los cuales naturalmente no creía puesto que era un hombre
sensato. Gozaba manipulando aquellas criaturas sin volumen ni peso a su antojo.
A unos los colocaba en un castillo que alzaba sus torreones almenados en las
orillas del olvido, a otros en una casa abandonada en tierras de Cantabria o
apareciendo tras el carcomido tronco de un olmo viejo, en un camino solitario.
Y estos juegos del ingenio le duraron hasta que su abuelo, muerto de un tiro en
la frente mientras defendía los versos de García Lorca durante la guerra civil,
se le plantó delante una noche de otoño, cuando escribía una de sus historias.
El fuego ardía en la chimenea y la danza de las llamas proyectaba inquietas
sombras en el piso de madera encerada. El viejo se acomodó en una silla, junto
a su escritorio, vestía harapos sucios de moho y manchas de sangre, en la
frente tenía la herida aún abierta, y sus ojos vacíos intimidaban. «Ya que te
gustan tanto los fantasmas —dijo el anciano—, quiero que escribas mi propia
historia, escucha bien lo que te voy a contar…», cuando el viejo terminó de
hablar, ya amanecía, y desapareció con los primeros rayos de un pálido sol. El
autor de fantasmagorías caseras no escribió la historia del abuelo, y abandonó
definitivamente su afición literaria.
Jorge Enrique Muñoz Gallardo
Licenciado en Derecho y Ciencias Sociales
Profesor de Castellano
CHILE
(XII Antología)
No hay comentarios:
Publicar un comentario