PARTIR
También los emigrantes hicieron la España que
conocemos. También ellos: los que partieron. Como mis abuelos bajando de
montañas y saliendo de pinares, almas septentrionales de las más inhóspitas
aldeas de las regiones más olvidadas de la península. Apenas si pudieron
explicarme nunca cómo alcanzaron aquel transatlántico en el que se montaron
siendo aún tan jóvenes y sin saber a qué lugar del mapa los llevaba. Ella del
interior, él de la costa, ambos unidos por el terco aroma de las carencias. Fue
una historia de amor en alta mar porque allí, en alguna parte de la tercera
clase, en alguno de los treinta y tres días de travesía oceánica, se
conocieron. Noches de negro absoluto, de desconcierto y terror en el ojo de las
tormentas.
Partir en búsqueda de oportunidades y de la
propia identidad. Partir para ser hacedores. También ellos, y tantos como
ellos, fundaron la ciudad portuaria del sur del mundo que pronto se convertiría
en uno de los máximos exponentes del mestizaje. También ellos, remotos y
solitarios, amparados por el único lazo de la lengua común, hicieron la España
que conocemos hoy. Porque la sostuvieron y la fantasearon desde la lejanía con
añoranza, y por qué no militancia, y una lealtad que les impidió elegir a sus
representantes en la nueva tierra que los vio convertirse en esposos y
trabajadores descamisados y padres. Entonces mi madre, también hacedora por
sangre y principios y lealtad. Entonces yo regresando al origen de todo.
«Partir» no es solo un verbo en infinitivo: son
los emigrantes que sostuvieron en la memoria la España común que conocemos;
somos los inmigrantes que partimos y llegamos y generamos un nuevo compromiso
de interacción. «Partir» es más que un verbo en infinitivo. «Partir» es siempre
hacedor y casi siempre una historia de amor.
Marcelo Luján
Coordinador de actividades culturares y talleres
de creación literaria
Nacido en BUENOS AIRES en 1973, reside en Madrid
desde el 2001
Página web: www.marcelolujan.com
(XIII Antología)
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