La hazaña de Elcano ha sido
glosada por nuestros autores. La epopeya tenía todos los ingredientes de una
tragedia griega. La grandeza de la empresa que fue concebida por un ilustre
navegante portugués, Fernando de Magallanes, fue financiada por el emperador
Carlos V, inventor del «Plus ultra», y de un vasco que culminó con éxito la
primera vuelta al mundo.
Este era el mestizaje de la
igualdad de todos los pueblos y razas, siendo el «Mestizaje», su inevitable
conclusión. Y esto nos venía de antaño al pueblo español. La romanización
equivalía a mestizaje.
El Imperio romano logró
dominar las naciones desde Asia Menor hasta las islas británicas y desde
Mauritania hasta Rumanía. La ciudadanía romana se personalizó tanto con el
ciudadano Pablo de Tarso como con los emperadores hispanos Trajano y Adriano y
los escritores hispanos como Séneca y Quintiliano. Con la cristianización y a
partir de Constantino el latín se convirtió en el idioma oficial de la Iglesia
en toda Europa.
El mestizaje es por lo tanto
la conclusión final. Y el instrumento primordial es el idioma. Esto pasó en el
Imperio romano con el latín, sucedió con el español en América y acaeció
también con el inglés en Estados Unidos y países de la Commonwealth y con el
francés en sus colonias de ultramar.
Pero si analizamos la historia
de los pueblos hispanoamericanos, el mestizaje se produjo desde los tiempos de
Cortés en México y Pizarro en Perú, en el mismo siglo xvi, mientras que en Norteamérica hubo que esperar hasta el
siglo xviii y en el resto de la
Commonwealth hasta el siglo xx,
así como en las colonias francesas de África y Asia después de la Segunda
Guerra Mundial. El mestizaje donde realmente tiene razón de ser y tradición es
en Hispanoamérica y Brasil.
Por eso entendemos que nuestra
tarea común desde Orola, al querer «facer las Españas», es profundizar en el
mestizaje, el «Plus ultra» de nuestros navegantes, conquistadores, escritores y
misioneros del siglo xvi.
Debemos olvidar viejos clichés
que oscurecen la labor cultural de España, que en poco menos de tres siglos, de
1500 a 1800, dio educación y cultura, a través del idioma español casi
universal, tal como lo intuyó el rey Alfonso X el Sabio desde 1260.
Al idioma se unen los vínculos
familiares.
Somos latinos, así nos llaman.
Hablamos el español.
El mestizaje es ser españoles
y criollos y latinos al mismo tiempo. De la misma forma que oleadas de
españoles emigraron a América durante los siglos xix y xx, ahora
España recibe multitud de hispanoamericanos de todas sus repúblicas, con lo
cual el mestizaje se convierte en la única solución para crear una comunidad
hispana que nos permita establecer un modelo de sociedad.
Nuestra latinidad nos permite
derribar las barreras lingüísticas en un mercado de más de seiscientos millones
de seres humanos. «Facer Españas» es posible si acertamos en integrar a través
de nuestro idioma a una de las más importantes familias lingüísticas del mundo.
La fluidez de los intercambios
poblacionales entre la España europea y las Españas americanas es un fenómeno
que se basa en el mestizaje bien entendido.
Nos llaman latinos. Y sí, lo
somos. Ello nos permite soñar, crear nuevos retos al estilo de Cervantes,
Calderón, Lope de Vega. En el campo de las letras no existen barreras. Lorca,
Machado, Neruda, Ortega, Zambrano, Borges, Paz, García Márquez y tantos otros
nos demuestran que nuestra aportación al mundo cultural es fruto de un alma
grande.
Diecinueve antologías y más de
mil seiscientos autores y dos mil quinientas vivencias hispanoamericanas nos
enseñan la senda que siempre se halla presente en nuestro inequívoco «Plus
ultra».
(Prólogo del folleto del XIV Premio
Orola de Vivencias 2020)
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