martes, 14 de enero de 2020

FACER ESPAÑAS: EL MESTIZAJE




La hazaña de Elcano ha sido glosada por nuestros autores. La epopeya tenía todos los ingredientes de una tragedia griega. La grandeza de la empresa que fue concebida por un ilustre navegante portugués, Fernando de Magallanes, fue financiada por el emperador Carlos V, inventor del «Plus ultra», y de un vasco que culminó con éxito la primera vuelta al mundo.
Este era el mestizaje de la igualdad de todos los pueblos y razas, siendo el «Mestizaje», su inevitable conclusión. Y esto nos venía de antaño al pueblo español. La romanización equivalía a mestizaje.

El Imperio romano logró dominar las naciones desde Asia Menor hasta las islas británicas y desde Mauritania hasta Rumanía. La ciudadanía romana se personalizó tanto con el ciudadano Pablo de Tarso como con los emperadores hispanos Trajano y Adriano y los escritores hispanos como Séneca y Quintiliano. Con la cristianización y a partir de Constantino el latín se convirtió en el idioma oficial de la Iglesia en toda Europa.

El mestizaje es por lo tanto la conclusión final. Y el instrumento primordial es el idioma. Esto pasó en el Imperio romano con el latín, sucedió con el español en América y acaeció también con el inglés en Estados Unidos y países de la Commonwealth y con el francés en sus colonias de ultramar.

Pero si analizamos la historia de los pueblos hispanoamericanos, el mestizaje se produjo desde los tiempos de Cortés en México y Pizarro en Perú, en el mismo siglo xvi, mientras que en Norteamérica hubo que esperar hasta el siglo xviii y en el resto de la Commonwealth hasta el siglo xx, así como en las colonias francesas de África y Asia después de la Segunda Guerra Mundial. El mestizaje donde realmente tiene razón de ser y tradición es en Hispanoamérica y Brasil.
Por eso entendemos que nuestra tarea común desde Orola, al querer «facer las Españas», es profundizar en el mestizaje, el «Plus ultra» de nuestros navegantes, conquistadores, escritores y misioneros del siglo xvi.

Debemos olvidar viejos clichés que oscurecen la labor cultural de España, que en poco menos de tres siglos, de 1500 a 1800, dio educación y cultura, a través del idioma español casi universal, tal como lo intuyó el rey Alfonso X el Sabio desde 1260.

Al idioma se unen los vínculos familiares.

Somos latinos, así nos llaman. Hablamos el español.

El mestizaje es ser españoles y criollos y latinos al mismo tiempo. De la misma forma que oleadas de españoles emigraron a América durante los siglos xix y xx, ahora España recibe multitud de hispanoamericanos de todas sus repúblicas, con lo cual el mestizaje se convierte en la única solución para crear una comunidad hispana que nos permita establecer un modelo de sociedad.

Nuestra latinidad nos permite derribar las barreras lingüísticas en un mercado de más de seiscientos millones de seres humanos. «Facer Españas» es posible si acertamos en integrar a través de nuestro idioma a una de las más importantes familias lingüísticas del mundo.

La fluidez de los intercambios poblacionales entre la España europea y las Españas americanas es un fenómeno que se basa en el mestizaje bien entendido.

Nos llaman latinos. Y sí, lo somos. Ello nos permite soñar, crear nuevos retos al estilo de Cervantes, Calderón, Lope de Vega. En el campo de las letras no existen barreras. Lorca, Machado, Neruda, Ortega, Zambrano, Borges, Paz, García Márquez y tantos otros nos demuestran que nuestra aportación al mundo cultural es fruto de un alma grande.

Diecinueve antologías y más de mil seiscientos autores y dos mil quinientas vivencias hispanoamericanas nos enseñan la senda que siempre se halla presente en nuestro inequívoco «Plus ultra».

(Prólogo del folleto del XIV Premio Orola de Vivencias 2020)

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