AL
OTRO LADO
Tragó
saliva. El puerto de Vigo menguó hasta volverse memoria. Una constelación de
chalanas, gamelas y faluchos le regalaron un adiós mudo a la salida de la ría.
«Regresa pronto», parecía implorar el frufrú sordo del velamen arañando el
aire. Su mirada se tornó agua, como si aquel océano vestido de crespúsculo le
hubiera trepado a las pupilas. Una luna de azogue empezaba a rodar en el cielo,
mientras la eslora de aquel coloso rasgaba el océano y arrancaba crespones de
espuma.
Una
sinfonía de pasos rotos tamborileaba sobre la cubierta. ¿Qué le aguardaba al
otro lado? Acunado por olas de azabache y zozobra, añoró el viento verde de
Gredos. El beso de la escarcha sobre la tierra yerma. El semblante ceniciento
de sus vecinos. La vacía desolación de la alacena desnuda. Alguien le había
asegurado que despertaría de los rigores de la posguerra a diez mil kilómetros.
La tierra prometida, decían, estaba allende el mar, vibrando en las arterias
blancas de Buenos Aires.
Cuando
sus recuerdos alcanzaran la costa austral, anestesiaría la nostalgia «faciendo
Españas». Compartiendo tardes de cafés, tertulias y silencios con quienes
también habían conjurado el hambre lanzándose al Atlántico. Tomando el testigo
de los compatriotas que habían cincelado la Argentina emancipada, como el
presidente Juan Larrea o el murciano Blas Parera, de cuyas manos brotaron
enérgicos los acordes de su himno. Y sobre todo, prometiéndose que un día
volvería.
En
abril de 1990, su sueño aterrizó en Madrid.
Cèlia Roca Martín
Licenciada en
Periodismo, Humanidades y Asia Oriental. Máster en Cultura Asiática y marketing digital
Responsable de
contenidos y periodista
Nacida en BARCELONA en
1980
(XIII Antología)
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