INFANCIA
ROBADA
Cuando
Susan me sacó de allí no sentí nada. Quizá algo de irritación. Solo esto. Ahora
me paseo por las calles y mis pies no tocan la rugosidad de una rama ni el
cosquilleo de las hojas. Tampoco el asfalto ni las aceras. Mis pies vestidos.
Mi pecho abrigado, mis rodillas cubiertas. Mis cicatrices ocultas por ropas
suaves. Y, sin embargo, aún duelen como si un puñado de brasas se hubieran
quedado a vivir bajo la piel, anidado ahí para siempre.
Todavía
huele a pelo chamuscado, a pesar del queso fundido sobre la hamburguesa. Huele
a orfandad en mis pesadillas. Levanto la cabeza y miro al cielo, tan azul, tan
limpio. Quizá pase una bandada de pájaros. El ruido de un motor se mezcla con
los alaridos, con el fogonazo abrasador. Arde el universo entero. Siento la
ropa pegada a la piel. Y sobre todo el olor, ese olor a carne quemada que llevo
dentro donde quiera que vaya. Mi propio olor.
Amanece.
Entra Susan en mi habitación y me acaricia mientras me promete que llegará un
día con olor a lluvia y sabor a chocolate. Llegará la noche blanca, sin
pesadillas. Duermo.
Lola Sanabria García
Nacida en VILLANUEVA
DEL REY (Córdoba) en una casa grande, llena de gente. Años de infancia y
adolescencia donde germinaron las primeras historias. Actualmente vive en
Madrid
(XIII Antología)
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