«Mi precursor, Gonzalo H.,
preñó Yucatán cuando era edén de agua pura y lecho de jade… En las Américas
hispanas se aunaron disímiles lirios y copihues: los Heredia asomaban briosos
por las jambas y dinteles de las matrices de los bohíos, ora sus cabecitas, ora
sus cuerpitos ungidos de vigor esponjoso, abrazados al cordón umbilical de dos
mundos…» (pág. 30, Luisa Fernanda Rodríguez Lara, «Gitano tigre»).
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