viernes, 11 de junio de 2021

SEGUNDO PREMIO OROLA 2021

 



BALANCE Y BALANCEO

Ciudad de México, 1833
 
Hoy es mi último día.
Por mi condición de bibliotecario mayor de esta Real y Pontificia Universidad de México se me comunicó hace apenas un mes que se clausuraba la institución, que Valentín Gómez Farías, presidente interino, liberal, constitucionalista, había decidido erradicar cualquier símbolo de conquista hispánica.
Me fue encomendada la misión postrera de actualizar el archivo de libros y documentos y he consumido mis excedentes de sal vertiendo lágrimas sumisas. Hubiera podido desoír una orden que venía sin guillotina, aducir fatiga o presbicia o inanición, pero…
… como amo más a los libros que a mis congéneres puse mi máximo empeño en ceder a un usufructuario desconocido, con el mayor de los órdenes, un tesoro que no por provenir en buena parte de la metrópoli conviene destruir. Lo diferente nos expande.
He dormido aquí, en esta suntuosidad bibliotecaria, rodeado de mentes que vertieron su sabiduría en la pasividad de los libros. Hubiera sido imposible catalogarlo todo de no partir con un entibado sólido de orden.
Más de quince mil entre volúmenes y documentos y aún restan cajas por procesar, pero soy solo uno, más próximo a ninguno que a tres. Mis ayudantes tampoco han pisado sus casas en este último mes. A ellos les deberá el pueblo mexicano la herencia cultural que confío sobreviva al prurito catártico de los actuales dueños de mi patria.
Cervantes, Lope, Góngora y otras docenas de escritores españoles reposan en los estantes; pero también Abad, Sor Juana Inés, Alegre como algunos exponentes de las letras mexicanas, comparten alma, cuerpo y lengua en esta biblioteca que se extingue como todo.
Casi es ya mañana. La viga es sólida, la soga nueva, mi cuello frágil. No tengo sentido sin mis libros…
 
Juanma Velasco Centelles
Reside en Benicàssim (Castellón)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario