«… La
República repatría a miles de niños a los países que consienten en recibirlos.
La poeta chilena Gabriela Mistral dice: “Había lugar de sobra en América para
haberlos recibido a todos, evitándoles los países de lengua imposible, los
climas agrios y las razas extrañas…”…» (pág. 166, Alberto E. Feldman,
«Solidaridad, literatura y mestizaje»).
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