jueves, 23 de septiembre de 2021

«RE-VIVENCIAS»: RECONCILIACIÓN

 



                          RECONCILIACIÓN

 

 

La reconciliación ha de ser la tarea de esta

y de las próximas generaciones.

 

Solo hemos buscado lo que nos separa,

sin darnos cuenta de lo mucho que nos une.

 

¡Hay tanta responsabilidad en todos los que, equivocadamente, adoptan posturas personalistas, totalmente antisociales!

 

El pecado de soberbia es el rescoldo que siempre

alimenta la hoguera de la lucha fratricida.

 

La reconciliación ha de ser leal,

sin prejuicios ni reservas mentales.

 

En toda reconciliación es preciso

una mutua confesión de errores y culpas.

 

El primer error que todos cometemos es el de negar

buena fe a nuestro adversario.

 

Para impedir la reconciliación cortamos

toda posibilidad de diálogo

y cristalizamos la imagen peyorativa de nuestro adversario.

 

Nuestra mayor culpa ha sido y es

la de no haber sabido galvanizar

a la juventud en un programa de superación,

por encima de la masificación y la civilización de consumo.

 

La reconciliación supone una tensión para conciliar intereses opuestos, opiniones discrepantes,

sentimientos encontrados…

 

La reconciliación será obra de muchos años.

Cuando mis hijos y los tuyos enseñen a los suyos

a mirar con confianza el futuro sin rencor al pasado.

 

¿Por qué sembrar velada y solapadamente

en sus ingenuos corazones la semilla del odio fratricida,

contra nuestra propia convicción moral y religiosa?

 

¿Cómo perfeccionar una sociedad imperfecta

como la nuestra?

Aquí, los profesores, los políticos, los sociólogos,

los moralistas, los economistas y, sobre todo, los idealistas que nos busquen fórmulas

que no tengan que ser precisamente violentas.

 

 

(Fernando Orlando, 1970, Tomo III)

 

 

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