EL MUNDO ENTRE LEGUAS
«Padre, ¿cómo
es España?». Un hondo suspiro se dejó colar entre los labios del hombre… «España,
mi pequeña niña, es disolver el alma entre sus costas, moldeadas por los
caprichos del viento y de las olas. Es perderse en sus montes misteriosos, la
dulce alegría del vino y el aroma intenso de la aceituna. El aullido del lobo,
el vuelo del águila… la calma del Mediterráneo y la fuerza mortal de
Finisterre. La flauta del trovador, el arte sobre el lienzo, la espada y la
cruz… Temblar al contemplar desde la mar el pico del Teide, el hogar del fuego
y las cenizas. El legado romano, la sangre del moro, el ancestro celta; almas
del pasado que deambulan por bosques encantados. Desiertos, volcanes, lagos y
montañas… España es la tierra que te marca para siempre, cual hierro
incandescente sobre la piel…».
A muchas
leguas de distancia, un pequeño sueña con la nueva tierra…
«Padre, ¿cómo
es América?». Los ojos del hombre brillaron y su mirada se preñó de nostalgias…
«América es perder la vista en el horizonte infinito de sus llanuras, es
respirar verdor, no tener límites… sentir la presencia de Dios en las aguas de
sus mares… serenas, cristalinas… el olor del café y de la caña; de la tierra
mojada por el aguacero. Vivir entre lo real y lo mágico, entre lo sereno y lo
salvaje. El vuelo del guacamayo, libertad entre cadenas, sonrisas entre el
llanto… selva, ríos, nieve, fuego… América es la tierra de contrastes a la que
siempre quieres volver…».
Tras setenta
y cinco jornadas de navegación, el galeón llegaba a la provincia de Venezuela.
Desde la nave, el pequeño miraba con asombro el nuevo mundo. En el muelle, la sombra
del imponente barco cubría por completo a la pequeña, quien miraba con
curiosidad a los que llegaban para «facer Españas»…
Miriam Diaz Moya
MADRID
(XIV Antología)
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