«… Mi
afán no fue otro que el de extender nuestro credo y cultura allende los mares.
Seguro que en siglos venideros nuestra lengua florecerá en este nuevo
continente y veremos con orgullo y maravilla cómo algunas de las mejores
páginas de la literatura universal habrán visto la luz en estas tierras de
Nueva España, así…» (pág. 218, Manuel Laespada Vizcaíno, «La misiva»).
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