EL SABER, DANDO LA CAMPANADA
Vislumbro a egresados celebrar su graduación con regocijo, compartiendo semilla de maíz, pescados y camarones. Parlotean animados en corro, en mitad de la plaza del Volador. Día feliz. El bullicio irradia un aire cálido de camaradería.
Desde mi sitio, la noche es digna de ilustrar un tapiz. La luna ilumina edificios coloniales, reflejados en el río Ozama, que luce orgulloso mientras timorato cuenta, con ojos de añoranza, conquistas vividas sobre sus aguas. Los estudiantes callan para no perturbar la magia del crepúsculo.
D. Pedro de Oñate y un grupo de jesuitas tiran de la aldaba para cerrar la pesada puerta de la universidad. La tarde cálida invita a disfrutar de un grato paseo, pero nuestros intelectuales caminan cargados de libros y atiborrados de sueños, silenciosos hacia sus aposentos.
A estas horas los estudiosos de teología duermen plácidos bajo el manto de una noche que muestra una generosa paleta de colores y matices de pueblo libre: verdes jardines, aguas celestes y cielos cobrizos. Quietud y respeto.
Sincronicémonos, compañeros. Es hora de que todos demos la misma hora, pero cada uno sus emociones. Compartamos idénticas campanadas, transmitamos diferentes sentimientos. Aunémonos en torno a la cultura y la enseñanza universal.
Nacido en Palencia, donde reside actualmente ejerciendo su profesión de arquitecto técnico en varias facetas de la misma y otras como la formación y la prevención de riesgos laborales
Su actividad literaria se centra en la publicación de dos novelas: La piedra de las ranas y Caramelos con espinas, así como varias antologías y premios en certámenes de relatos cortos

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