DOCTOR LUNAREJO
Se adueñó de la cultura europea consciente de la magnitud del tesoro encontrado. La magia de las palabras de su tribu fue enriquecida con los libros que llegaron desde el viejo continente, palabras que hicieron Españas allí donde una boca las pronunció con ternura.
En 1668, el virrey, el conde de Lemos, se dirigió con unos cuantos soldados de caballería para reprimir un tumulto de indianos en Puno. Pero lo que encontró allí fue al doctor Lunarejo predicando a la muchedumbre con prodigiosa riqueza verbal. El virrey tuvo que bajarse del caballo para atender su disertación. Aquellos sermones desplegaban referencias eruditas sobre mitología, historia, poesía y ciencias naturales, y fueron recopilados en el libro La novena maravilla, en 1695. «No olvidéis las palabras que os acunaron —decía— la hermandad de vuestra lengua. Contemplad lo que allí delante tenéis, es el viento cantando, el profundo espíritu de la tierra que nos abraza a todos por igual».
(XV Antología)
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