jueves, 30 de junio de 2022

ASÍ ESCRIBEN NUESTROS AUTORES

 




«No fue la causalidad que acogiera a ese niño luego de oírle interpretar en latín los cánticos de la misa. El niño Juan Chancahuaña, que pronto obtendría los apellidos Espinosa Medrano, desarrolló su talento gracias al sacerdote español que cuidó y alimentó sus intuiciones a comienzos del siglo xvii. Ese niño, conocido como el Lunarejo por el enorme lunar en su pómulo izquierdo, años después logró una de las becas para indios, fundadas por el obispo del Cuzco don Antonio de la Raya…» (pág. 94, Rodrigo D. C., «Doctor Lunarejo»).


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