«Las
resonancias del alma hispana dieron cauce a la enseñanza y hallaron rumbo a las
Indias a bordo de una carabela mayor; era el siglo xvi. Ya en tierra de ultramar, la Corona española nombró
«real» a la primera universidad que México vio nacer. La bendición eclesiástica
añadió el término «pontificia» por tres siglos, y lo «imperial» vino al acabar
el patronazgo monárquico, que devendría en «nacional» por el pensamiento de la
nueva república. Por último, la universidad sería bien llamada “autónoma”…» (pág. 150, Érika Mejía Vándalos, «Por mi
raza hablará el espíritu»).

No hay comentarios:
Publicar un comentario