«… La Córdoba de la Nueva Andalucía fue creciendo a mi alrededor en un
valle privilegiado por la naturaleza, bien elegido por don Jerónimo Luis de
Cabrera para fundarla a las orillas del Suquía como llamaban al río los pueblos
originarios. Cada vez fui cobrando mayor importancia y diversificándome, no
solo de filosofía y teología se habló en mis entrañas, sino que nuevas ciencias
comenzaron a sumarse…» (pág. 170, Mónica Adriana Alvarez, «Bienvenida»).
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