miércoles, 7 de diciembre de 2022

ANTOLOGÍA 2021: CESADO EL RAYO, ÍCARO INMORTAL

 



CESADO EL RAYO, ÍCARO INMORTAL

 

Llegaron como la primera luz de la mañana, dispuestos a «facer Españas» portando el tallo de una cañaheja, en el que combustionaban los ecos de los clásicos y los cantos modernos, quemando las aguas e iluminando su viaje. En sus ojos habitaba el espíritu prometeico de quien ha derrotado a los dioses, descubriendo el Olimpo más allá de los límites de la tierra y la psique.

Crearon su academia y levantaron con sus plumas un parnaso mudo y particular, alimentado por las lenguas de fuego que ardían en sus bocas y sobre sus cabezas, bajo la promesa de la vida eterna. Se fueron y quedó la intimidad fugaz de un destello que viajaba eternamente a través del vacío en busca de ese encuentro fortuito, del rayo de sol que calienta e ilumina lo etéreo e intangible de la carne, y que nos hace humanos. Se fueron sin despedirse, como quien entra sin llamar. Y sobre sus huellas quedaron páginas escritas con cenizas candentes, cuya lectura invocó la tormenta que precede a la calma.

Creyeron dejar la luz como recuerdo de su ilustrado fuego sobre aquellos cielos que consideraban vacuos y de los que llovían todos los saberes codiciados por los hombres a raíz de su partida. Y allí donde cayó el último fragmento de la cólera de Tláloc elevaron el templo de los libros cenizos y las gotas epistémicas de la historia. Pues en su memoria quedaría para siempre la impronta de ese rayo que no cesa, que en su último destello murió para unirse a su perfil y que les regaló la sombra de su identidad, como la impertérrita herencia de un Ícaro enamorado.

 

Natalia Polo Chocano

Albacete, veinte años

Estudiante de Historia del Arte en la Universitat de València

Antologizada en el Premio Orola 2019

(XV Antología)

 

 

 

 

 


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