«Todo cesó de golpe en el universo ancestral de su cosmovisión
indígena. Atrás quedó la oscuridad. Una alborada de cátedras se erguía como puntal para sostener las
paredes del edificio de la universidad y un claustro de profesores allende los mares trasplantaba a los hombres del Nuevo Mundo con
una cultura que se iba entintando con nuevos colores…» (pág. 194, Betsy Balestrini, «El hombre
hispanoamericano»).
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