martes, 20 de diciembre de 2022

ASÍ ESCRIBEN NUESTROS AUTORES

 




«… Crearon su academia y levantaron con sus plumas un parnaso mudo y particular, alimentado por las lenguas de fuego que ardían en sus bocas y sobre sus cabezas, bajo la promesa de la vida eterna. Se fueron y quedó la intimidad fugaz de un destello que viajaba eternamente a través del vacío en busca de ese encuentro fortuito, del rayo de sol que calienta e ilumina lo etéreo e intangible de la carne, y que nos hace humanos. Se fueron sin despedirse, como quien entra sin llamar. Y sobre sus huellas quedaron páginas escritas con cenizas candentes, cuya lectura invocó la tormenta que precede a la calma…» (pág. 196, Natalia Polo Chocano, «Cesado el rayo, Ícaro inmortal»).


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